Salmonicultura en el sur de Chile: cómo proteger tu producción de plagas

Un dato que impacta a toda la industria
Chile es el segundo mayor productor mundial de salmón cultivado, solo detrás de Noruega, aportando cerca del 25 % de la producción global, según datos de ScienceDirect y USDA. En 2023, la industria generó exportaciones millonarias y representa más del 5 % del total nacional, consolidándose como el principal producto no minero de exportación del país.
Su peso económico es aún más evidente en el sur: en regiones como Los Lagos, Aysén y Magallanes, la salmonicultura puede representar hasta el 18 % del PIB regional, según el Consejo del Salmón. En este contexto, la presencia de plagas puede generar pérdidas significativas al comprometer la inocuidad de la producción y el acceso a mercados internacionales.
Primavera: condiciones ideales para plagas
El clima del sur de Chile —alta humedad, lluvias frecuentes y temperaturas templadas— genera un entorno perfecto para la proliferación de plagas. Con la llegada de la primavera, insectos, roedores y aves se vuelven más activos, afectando centros de cultivo, plantas de proceso y bodegas:
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Moscas y mosquitos: se reproducen en aguas estancadas y residuos orgánicos, contaminando áreas críticas.
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Cucarachas y roedores: buscan alimento y refugio en instalaciones, dañando insumos y empaques.
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Arañas y otros artrópodos: su presencia indica rincones con baja vigilancia y riesgo de proliferación de otras plagas.
Estas plagas no solo afectan la producción física, sino que también ponen en riesgo la trazabilidad y cumplimiento de estándares internacionales, esenciales para la exportación.
Impactos concretos de las plagas en la salmonicultura
Las plagas pueden generar consecuencias directas y económicas:
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Contaminación de insumos y alimentos, que puede derivar en rechazo de lotes exportables.
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Interrupción de procesos de producción, aumentando costos de limpieza y fumigación.
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Riesgo de sanciones si se comprometen auditorías de inocuidad o certificaciones como HACCP o ASC.
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Aumento de la vulnerabilidad frente a mercados internacionales exigentes, donde la inocuidad es prioritaria.
Estrategias profesionales: MIP y prevención
El Manejo Integrado de Plagas (MIP) se ha convertido en la estrategia más eficiente:
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Monitoreo constante de instalaciones y áreas críticas.
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Prevención estructural, como sellado de accesos y control de humedad.
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Limpieza y gestión de residuos para evitar la proliferación de insectos y roedores.
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Capacitación del personal para identificar focos de infestación de manera temprana.
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Uso responsable de productos de control, combinando métodos físicos, químicos y biológicos según el riesgo.
Este enfoque no solo protege la producción, sino que también reduce riesgos, ahorra costos a largo plazo y asegura continuidad operativa.
Seguridad, sostenibilidad y confianza
Una salmonicultura libre de plagas significa producción segura, sostenible y confiable para clientes y mercados internacionales. Integrar programas profesionales de control de plagas es parte del compromiso con la calidad, la inocuidad y la continuidad del negocio.
Conclusión
La salmonicultura del sur de Chile es un motor económico estratégico. Las plagas, aunque silenciosas, representan un riesgo real para la producción, la inocuidad y la continuidad de las exportaciones. La prevención y el manejo profesional son esenciales para mantener instalaciones seguras y proteger cada lote de salmón que sale hacia los mercados internacionales.
En Plagasur, diseñamos planes integrales de manejo de plagas para la salmonicultura, adaptados a cada etapa de producción y al entorno del sur de Chile.
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